El archivo de Lara
La anciana había recogido y archivado todos los NO que le dieron desde que tenia consciencia.
Durante toda su vida se dedicó a recoger, a sembrar y cultivar toda clase de NO.
Se llamaba Lara, que significa voz del mar.
Cuando era una niña, le costaba mucho aceptar los NO y los tiraba al viento con rabia. Se enfadaba
y golpeaba el suelo con el pie derecho mientras iracunda cerraba los puños.
Pero los NO la acompañaban, recubriendo a la niña con una atmósfera densa y opaca que la hacia
sentirse excluida, rechazada, pequeña.
Cuando fue jovencita, se enamoró de Tomás. Estaba tan enamorada que con una tonelada de coraje,
le confesó sus sentimientos:
– Tomás, me gustas y me preguntaba si tal vez yo…si, yo. ¿Te gusto?
Él la miró con dulzura, sonrió brevemente con cariño y le contestó:
– NO. Te considero una buena amiga, pero no te siento como pareja.
Aquel NO no se quedó en la atmósfera, se convirtió en una semilla que le perforó el pecho como si
se tratase de una lanza y se plantó en su corazón.
Cuando se regó con las lágrimas de Lara, nació una planta con miles de NO como hojas que
ocuparon las paredes de su habitación.
La planta se enredaba en la mesa de madera, en la pared, en el marco de la ventana…
Lara pudo ver claramente a los NO e hizo un gran descubrimiento; ¡no todos los NO eran iguales!
Los había que eran NO de timidez,
NO orgullosos
NO de compromiso
NO decisivos
NO dudosos que envolvían un sí chiquitín
NO es NO
NO grandes, pequeños, rojos, grises, verdes
NO en diferentes idiomas
NO que tenían agujas y dolían
NO dulces
NO severos
NO que gritaban hasta perforar los tímpanos y el alma
NO que se sentían mal por ser quienes eran
NO soberbios
NO espontáneos
NO como muletillas
NO necesarios
NO convenientes
NO por ignorancia
NO
Lara observó que después de cada NO, caía un poco de polvo de tierra. Entonces se acercó al gran
NO de Tomás y recogió aquella arenilla que caía detrás del monosílabo.
Con la tierra en las manos, recordó que su hermana Paula también se había enamorado de Ana, una
amiga. Le confesó su amor, pero ésta le respondió que ésa misma tarde había aceptado salir con
Marcos, un chico con el que al mirarse se creaban pinceladas de fuego.
Paula, luego de pasar unos días llorando, aceptó aquel NO y aceptó que su amor no era
correspondido. Ésa aceptación la unió más a Ana siendo aún mejores amigas.
Así que Lara se acercó el NO de Tomás a los labios y lo besó.
Cuando lo aceptó pudo ver claramente como por arte de algún hechizo, un camino se abrió tras la
negativa. Lo siguió y al final del camino encontró a Carlos. Se amaron incluso después de que
Carlos se desvistiera de su carne para liberar su alma.
Lara era ya una anciana. Había dedicado toda su vida a clasificar, estudiar y cuidar a aquellos
monosílabos que tan mala fama tenían. Ella los amaba, sabia que detrás de cada uno, se abría un
nuevo camino. Los NO eran sorpresas por desvelar.
Lara regalaba NO a quienes los discriminaba, los rechazaba o los temía. Les mostraba que
aceptando el monosílabo, se descubría un camino detrás de la negativa. No siempre era un paseo
agradable, pero aceptar un NO conducía a actuar con consciencia y alegría tras reconocer su
naturaleza, entendiendo la razón de la negativa para avanzar hacia el propio destino de una manera
real y positiva.
También, Lara enseñaba a decir NO.A decirlo con honestidad, con suavidad o con firmeza. A
llamarlo por el nombre tan hermoso que era NO.
Hacia sesiones de NO,donde quienes acudían para entender el monosílabo, cantaban y se dejaban
acunar por el sonido del NO, hasta que este les dejara de hacer daño y ya no se sintieran marginados
por el significado.
El mismo día en que Lara se desnudó de su cuerpo, conoció a María.
María estaba sentada en el muro del puerto. Se despedía de la mañana, de la tarde, de la vida. Se
despedía para abrazar la noche eterna con la negra venda del suicido.
– ¿Por qué?_ preguntó Lara a los ojos de María, pues su alma se asomaba a través de ellos para
pedir ayuda.
– Porque estoy esclavizada a obedecer a los demás y a desobedecer mi interior. Soy una desconocida
para mi misma.
Lara miró a María y le regaló una llave extraña.
– El NO y el SI son lo mismo_ dijo Lara_ Son llaves del camino, del destino. Conócelos y date
permiso para regalar la llave de un NO a otro, para que así puedas descubrirte y encontrar tu lugar
en el mundo.
La anciana le legó el cuidado de los NO; para que los escuchase más allá de la dureza de su sonido,
para que hablase con ellos, para no sumirlos en una mala fama y darles su verdadero valor.
María la cogió. Era la llave de la puerta del archivo de Lara.
Cuando la Dama sin sombra reclamó la mano de María, la joven dijo un claro y convencido NO.
Entonces la antigua guardiana de los NO cogió la negra mano de la Dama. Cuando ésta le pidió ser
su pareja en la danza de la eternidad, Lara le contestó con una honesta sonrisa…SI.
Autora texto: Angie Albelda
Texto registrado
Angie
14 agosto, 2012 @ 22:07
Gracias Ció por darme la oportunidad de compartir un cuento!
Besos y feliz viaje